La estabilidad que antes definía el mundo laboral está siendo reemplazada por el cambio constante y la adaptabilidad. Además, el trabajo cada vez está menos vinculado a un lugar físico o a un horario rígido, y se está convirtiendo en una actividad moldeada por proyectos, colaboraciones temporales y plataformas digitales. En un entorno donde todo parece efímero, las empresas deben liderar el cambio con culturas que ofrezcan propósito y sentido a través del valor simbólico.
El pulso invisible: reinventando el trabajo en la era de la fluidez


Business Review (Núm. 354) · Recursos humanos · Abril 2025
La transformación digital y la globalización han provocado una ruptura de paradigmas alrededor del trabajo y sus elementos constitutivos: la oficina, la relación laboral y el concepto de trabajo mismo, que pasa de un concepto monolítico a otro fragmentado, donde ya no es una constante estable, sino un fenómeno “fluido”, es decir, flexible, cambiante y difícil de contener en estructuras fijas.
Zygmunt Bauman, en su teoría de la modernidad líquida, describe una sociedad donde las certezas sólidas se desmoronan y dan paso a una realidad moldeada por la incertidumbre y la transitoriedad1. Este concepto de liquidez encuentra su máxima expresión en el entorno laboral actual, que se ha transformado en un espacio donde lo flexible es la norma y lo estable, la excepción.
De oficinas a ecosistemas: la desmaterialización del lugar de trabajo
La oficina ha dejado de ser un lugar físico con paredes y escritorios asignados para convertirse en un ecosistema que trasciende los límites materiales. Desde una perspectiva antropológica, el trabajo, históricamente vinculado a un espacio concreto, se desmaterializa para convertirse en una práctica líquida, como diría Bauman. La rutina de marcar entrada y salida en un edificio ha sido sustituida por conexiones digitales que permiten que la oficina esté dondequiera que se abra una computadora o se encienda un teléfono inteligente.
Plataformas como Slack, Teams y Zoom son las nuevas plazas públicas del trabajo moderno, donde las jerarquías, los horarios y los territorios físicos se disuelven en favor de un entorno colaborativo, inmediato y global. La oficina ha dejado de ser un lugar a donde se va para convertirse en un flujo constante de interacciones distribuidas a lo largo del día y del mundo.
Este nuevo paradigma redefine las relaciones laborales, rompiendo con las fronteras que antaño delimitaban la vida profesional y la personal. El coworking, el hot desking y las oficinas virtuales son manifestaciones claras de esta transformación. Nos encontramos en una etapa de transición que exige un entendimiento más profundo de cómo afectan estas dinámicas a las personas y las organizaciones.
El cambio que estamos viviendo no solo redefine las dinámicas laborales, sino que también exige nuevas prácticas organizacionales que respondan a los desafíos y las tensiones culturales de un entorno cada vez más virtual.
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Álvaro Marín Malumbres
Miembro asociado de Huete&co ·
Eduardo Caccia
Socio fundador de Mindcode ·