Gobierno corporativo: ¿qué debemos aprender de la crisis?

Gobierno corporativo: ¿qué debemos aprender de la crisis? Gobierno corporativo: ¿qué debemos aprender de la crisis?
Business Review (Núm. 191) · Habilidades directivas

Ocurra lo que ocurra con las propuestas de reforma regulatoria, recientes estudios del IMD indican cómo debe cambiar la estructura de los consejos de administración de los grandes bancos y el comportamiento de los consejos para evitar crisis futuras. En este artícu lo se exponen las diez lecciones clave que todos deberíamos aprender a partir de lo que esta crisis ha supuesto para el gobierno corporativo.

1. Realmente nada en la vida es gratis

Cuando los bancos ofrecían hipotecas sin ninguna cuota inicial e interés cero a los clientes minoristas con recursos muy limitados, parecía que estaban ofreciendo una ganga. Cuando estas hipotecas se renegociaron y se garantizaron para obtener una calificación AAA y, a continuación, se volvieron a vender a otros bancos con un beneficio bastante superior al tipo de interés del mercado interbancario, de nuevo daba la impresión de que estaban ofreciendo una ganga. Los bancos de todo el mundo occidental se unieron a la fiesta. Sin embargo, los modelos utilizados para calificar y renegociar estas hipotecas no eran fiables, ya que dependían de los datos obtenidos durante el período de auge de los precios de la vivienda. Con el crecimiento de la concesión de hipotecas subprime, las características medias de los deudores cambiaron y un descenso significativo en la "calidad" de las deudas no quedó reflejado en la calificación. El coste de la ganga acabó pasando factura de forma inevitable: intereses más elevados que los clientes no podían permitirse alteraron los pagos de los productos derivados, sacaron a la luz riesgos ocultos y llevaron a la crisis financiera. La lección es que cuando da la impresión de que están ofreciendo gangas, el comprador debe tener cuidado.

2. Un mal crecimiento no es lo mismo que un buen crecimiento

Seguir al rebaño e imitar a la competencia invirtiendo, por ejemplo, en obligaciones de deuda titularizada es un modelo de crecimiento erróneo. Estimula los ingresos brutos, pero reduce la rentabilidad y crea obligaciones ocultas. Un mal crecimiento no se basa en una característica distintiva y no puede lograr rendimientos excelentes. Es incluso peor cuando uno no comprende exactamente qué está comprando, como descubrieron muchos bancos de segundo nivel tras participar en gran medida en los derivados hipotecarios. La lección es que un mal crecimiento, con rendimientos inferiores al coste del capital, destruye el valor...