Un nuevo modelo de movilidad y de gestión energética

El inicio de un nuevo año marca siempre nuevos retos a los que enfrentarse. A nivel global, la sociedad va a continuar haciendo frente este 2023 a dos retos significativos: la descarbonización y la digitalización. Ambos retos, en los que ya llevamos tiempo trabajando, están directamente conectados a la manera en que nos desplazaremos.

El transporte tiene un papel estratégico en nuestra sociedad y economía, pero no cabe duda de que urge reducir los efectos adversos generados que provoca, con especial foco en los vehículos terrestres.

En este sentido, sabemos que es esencial y urgente desarrollar infraestructuras que permitan que los conductores se sientan motivados a sumarse a la transición hacia el vehículo eléctrico (VE). Este se erige como pilar fundamental no solo de un nuevo modelo de movilidad, sino también de un nuevo sistema de gestión energética en el que el consumidor es quien tiene el poder.

Más allá de los ya indiscutibles beneficios del VE para el medio ambiente, el hecho de que este se pueda cargar con energías renovables –por ejemplo, mediante el uso de placas solares– lo transforma en un pilar fundamental del nuevo paradigma energético. Y es que el VE es mucho más que un vehículo, es una batería con ruedas que, aparte de permitir desplazarnos, también nos puede servir para almacenar la energía proveniente de una fuente renovable o para alimentar una casa o una oficina (gracias a los cargadores bidireccionales).

De esta manera, el vehículo de cero emisiones no solo permite tener unas ciudades más limpias –y silenciosas–, sino también ahorrar en nuestra factura de la luz. Una fórmula perfecta, alineada con los objetivos sostenibles que hemos trazado como nación y con los valores de nuestra sociedad.