Coinnovación: la ventaja de la innovación colaborativa

Coinnovación: la ventaja de la innovación colaborativa Coinnovación: la ventaja de la innovación colaborativa

AC

Alfons Cornella

Business Review (Núm. 233) · Estrategia
Business & Technology (Núm. 24) · Estrategia

fenómeno nuevo está emergiendo de manera sutil en los negocios: la innovación colaborativa. Empresas de sectores diferentes, a veces muy diferentes, deciden combinar su conocimiento y experiencia para generar nuevo valor a través de productos, servicios y procesos.

La innovación colaborativa no es un hecho aislado, sino una práctica que va adquiriendo importancia en todo el mundo y que, quizá, está llamada a convertirse en "la" forma estándar de innovar en los próximos años. La razón básica es simple: el mundo y los mercados son demasiado complejos para intentar resolverlos por nuestra
cuenta. No importa en qué sector de la economía uno esté, la complejidad para crear nuevo valor para los clientes y consumidores requiere una combinación de conocimientos que escapa del control de nuestra empresa y sector. En este sentido, el mundo de los negocios se hace "co-". Colaborar se convierte en la forma más inteligente de competir. Y la idea de la ventaja competitiva en los negocios, que nos ha acompañado durante décadas de forma predominante, quizá empieza a precisar un compañero de viaje, la colaboración, que la matice y afine. Así, de la misma forma que la potente pero simplista idea de "la mano invisible" de Adam Smith fue superada, desde la precisión y generalización al mismo tiempo, por las aportaciones de Nash y las teorías de juegos y de la agencia, quizá debamos empezar a pensar que lo normal en los negocios es colaborar, y que el "estado de competencia" no es más que un caso particular del "estado de colaboración". Un proyecto en el que participan empresas de diferentes sectores avanza en esta dirección.

UNA EVIDENCIA EMERGENTE

Durante los últimos 15 años hemos podido observar cómo cada vez más empresas en el mundo se aventuraban a trabajar con otras para explorar esa pacios no comunes. En muchos casos, esas colaboraciones eran muy elementales. Consistían, por ejemplo, en acciones de co-branding: dos empresas que unían su marca para hacer más atractivo el producto resultante. En otros, la relación era de simbiosis: el residuo de una era el insumo de otra (siendo el parque de Kalundborg, en Dinamarca, el caso más relevante en el mundo); o la combinación se organizaba alrededor de la eficiencia: una empresa que desarrollaba una tecnología la facilitaba a otra con el objetivo de compartir, a partir de ese momento, el conocimiento de ingeniería que se derivara de mejorar el proceso, en una especie de creative commons entre empresas concretas (la colaboración entre Coca-Cola y Heinz en el proceso de fabricación de botellas biodegradables podría ser un indicio en esta  en esta dirección). ...


Alfons Cornella

Fundador de Institute of Next y cofundador del proyecto Edgers ·