En el crecimiento profesional es fácil identificar obstáculos externos, como la falta de oportunidades. Sin embargo, pasamos por alto un factor igual de determinante: nuestras propias barreras internas, que no son siempre evidentes. ¿Qué pasaría si reconsideráramos nuestras limitaciones y asumiéramos que algunos de los mayores desafíos se encuentran en nuestra forma de pensar?
Siete trampas mentales que limitan el desarrollo directivo


CR
Carlos Royo
Business Review (Núm. 355) · Habilidades directivas · Mayo 2025
En un entorno donde el liderazgo evoluciona a un ritmo acelerado y la inteligencia artificial está redefiniendo las reglas establecidas, los nuevos líderes no solo deben responder a las demandas del mercado, sino también replantear su propia mentalidad. ¿Cómo podemos rediseñar nuestra forma de liderar para generar un mayor impacto en la organización?
Existen ciertos patrones mentales que impactan en la efectividad del liderazgo1. No se trata solo de habilidades técnicas o estrategias de negocio, sino de creencias profundamente arraigadas que afectan a la confianza en uno mismo, la toma de decisiones y la gestión del cambio. Estos patrones mentales pueden distorsionar nuestra percepción y condicionar nuestro comportamiento.
El neuromanagement ha identificado necesidades básicas, que sirven de base para este artículo, donde se analizan algunos de los sesgos más habituales en la gestión de los directivos y su impacto en la toma de decisiones, la comunicación y el liderazgo que ejercen2.
Comprender y desbloquear estas trampas mentales es clave para mejorar la toma de decisiones, fortalecer equipos de dirección y potenciar el liderazgo. A pesar de que su eliminación se antoja difícil, la reducción de su intensidad mejora la efectividad directiva y crea organizaciones más sanas y competitivas.
Trampa 1:
PERFECCIONISMO.
Cuando el esfuerzo nunca es suficiente
Alfredo teletrabaja tres días a la semana. Lejos de ser una ventaja, se ha convertido en una situación difícil de gestionar, ya que sabe a la hora que empieza, pero no a la que acaba. Desde el despacho de su casa no hay límites. Puede pasar horas y horas delante del ordenador porque “nunca es suficiente” y debe hacerlo mejor.
La autoexigencia dificulta establecer límites internos, saber cuándo detenerse y aceptar el propio desempeño con serenidad. Con frecuencia, las expectativas que se fijan son inalcanzables o nunca parecen suficientes.
Los directivos con un fuerte patrón de perfeccionismo suelen expresarlo con frases como “nunca es suficiente” o “si no está perfecto, no vale”, reflejando la creencia de que el esfuerzo extremo siempre es necesario. Suelen vivir en una constante sensación de insatisfacción, con una autoexigencia que les impide disfrutar plenamente de sus logros y que también impacta en su entorno. Les cuesta valorar los halagos y celebrar sus éxitos, ya que ven la mayoría de ...
Carlos Royo
Profesor asociado del Departamento de Dirección de Personas y Organización en Esade Business School ·
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TP