Tribuna: El propósito en la era de la sostenibilidad

Tribuna: El propósito en la era de la sostenibilidad Tribuna: El propósito en la era de la sostenibilidad

En las últimas décadas, se ha producido una transformación enorme en el mundo corporativo. Un cambio derivado de la revolución tecnológica y de la globalización económica, pero también de una creciente demanda social y regulatoria sobre la responsabilidad empresarial en un sentido cada vez más amplio.

Comenzamos la década de los veinte inmersos en una atmósfera de incertidumbre general, marcada por grandes retos globales de enorme trascendencia. Desafíos que nos afectan a todos los seres humanos por igual y que requieren respuestas consensuadas a escala planetaria. La sociedad, consciente de la relevancia de cuestiones como el cambio climático, la gestión de los residuos, la transición energética, la salud o la inteligencia artificial, reclama un papel activo y protagonista, que implica tomar decisiones cada vez más consecuentes en la vida diaria de las personas. También a la hora de consumir o escoger la empresa en la que trabajar. Por ello, las empresas tienen también un papel claro en esta nueva manera de asumir y ejercer la responsabilidad.

Toda compañía debe construir su estrategia partiendo de un ejercicio profundo de reflexión sobre cuál es su propósito. Un ejercicio destinado a definir y establecer de qué manera su actividad aporta valor a la construcción de un mundo mejor a todos los niveles.

Del mismo modo, las empresas deben asegurarse de que toda la organización conoce y comparte este propósito. Y de que los procesos, la innovación, las relaciones y las estrategias de crecimiento parten también de él y, no solo no lo contradicen, sino que lo dotan de un sentido cada vez más tangible.

No es exagerado afirmar que en la nueva economía valen más las empresas que aportan valor y saben explicárselo a sus grupos de interés.
El impacto medioambiental, el buen gobierno corporativo, el compromiso con la igualdad o la generación de valor sostenible son ya criterios determinantes a la hora de buscar financiación, de generar confianza entre clientes, inversores y reguladores.

Los últimos meses han dejado sobradas pruebas de ello. Es el caso de iniciativas regulatorias como el Plan Europeo de inversiones sostenibles, que movilizará 1,1 billones anuales en los próximos 10 años para impulsar el Pacto Verde Europeo (European Green Deal), o la revisión de las recomendaciones del código de buen gobierno de las sociedades cotizadas de la CNMV. 

El camino está muy claro:
el futuro será de las empresas que sepan materializar su propósito y asentar su crecimiento en el largo plazo, contribuyendo al progreso del conjunto de grupos de interés con los que se relacionan. 

 

Hilario Albarracín
Presidente de KPMG en España

Hilario Albarracín

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Presidente de KPMG en España