La profesionalización de una empresa familiar requiere diferentes enfoques cuando se aborda cada una de sus tres capas. Si bien es recomendable aproximarse a la capa administrativa con análisis y herramientas de gestión estructurados, en las capas operativa y estratégica también juegan un papel clave la intuición y la experiencia.
El error de basar la profesionalización de la empresa familiar solo en un enfoque analítico


Business Review (Núm. 355) · Estrategia · Mayo 2025
La profesionalización de la empresa familiar a menudo se asocia con la implementación de procesos formales, sistemas de control o la incorporación de directivos externos. Sin embargo, muchas veces se lleva a cabo de un modo que debilita sus fortalezas. Hay que tener en cuenta que, más que con un conjunto de estructuras –una de sus facetas–, la profesionalización tiene que ver, ante todo, con la manera en que se toman las decisiones.
¿Qué significa que una empresa familiar está profesionalizada? Para entender un concepto relativamente difuso, puede ser bueno pensar en su contrario. Lo opuesto a una empresa profesionalizada es una empresa personalizada, en la cual las decisiones relevantes las toma una persona que ocupa toda la centralidad y dispone su propio criterio. En ese sentido, profesionalizar sería despersonalizar la empresa familiar, hacer que las decisiones de esa organización dependan menos de esta persona central, manteniendo o mejorando su calidad.
Las decisiones pueden tomarse apoyándose en una base analítica, en una base intuitiva o en una combinación de ambas. Las decisiones analíticas se basan en la lógica, los datos y los modelos predictivos, que explican por qué una decisión es la adecuada y permiten proyectar un resultado, mayoritariamente desde la linealidad. Se trata de pensamiento estructurado. Hablamos del mundo Excel, PowerPoint y de informes detallados, allí donde brilla la consultoría estratégica, combinando herramientas analíticas para fundamentar cada paso con precisión.
Este tipo de decisiones son más adecuadas cuando contamos con datos suficientes sobre la situación, los entornos son estables y existen modelos predecibles sobre el fenómeno que requiere nuestra decisión. Estamos bien acostumbrados y entrenados para tomar este tipo de decisiones. Pero ¿qué ocurre cuando no se dan estas circunstancias?
En ese caso, la intuición, un proceso rápido e inconsciente que permite tomar decisiones sin un análisis racional detallado, juega un papel preponderante. La persona “sabe” algo sin poder explicar cómo ha llegado a esa conclusión. No parecen decisiones puramente racionales, sino más bien orgánicas. Por eso solemos hablar de decisiones que nacen del corazón (corazonadas) o del instinto visceral (gut feelings, en inglés).
En las relaciones interpersonales, la intuición juega un papel fundamental para evaluar la sinceridad de los demás, interpretar emociones, inferir ...
Alberto Gimeno
Profesor titular del Departamento de Estrategia y Dirección General de Esade Business School ·
María José Parada
Profesora titular y directora tanto del Departamento de Estrategia y Dirección General como de la Cátedra de Empresa Familiar de Esade Business School ·