El mito de los productos de consumo

El mito de los productos de consumo El mito de los productos de consumo

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Michael Schrage

Business Review (Núm. 156) · Márketing

A diferencia de lo que ocurre con el software, el silicio o el ADN recombinado, el pan tostado no es precisamente un símbolo de innovación sostenible. Las tostadas de pan no transmiten una imagen de alta tecnología, como lo hacen los microprocesadores de núcleos múltiples o la reacción en cadena de la polimerasa. Sin embargo, el hecho es que la historia tecnológica de las tostadas rebate de forma convincente uno de los tópicos más generalizados que distorsionan la idea de la inversión en innovación.

Esta creencia errónea aparece explicada de forma muy clara en una columna publicada en el Financial Times en la que se ofrece una visión pesimista de la tecnología: "Bruce Greenwald, el profesor de la Columbia Business School cuyo curso sobre inversión en valores recomienda incluso Warren Buffet, explica este fenómeno de forma memorable. 'A largo plazo afirma, todo es una tostadora'. Dicho de otra manera, todas las grandes innovaciones, tarde o temprano, se convierten en bienes de gran consumo que se adquieren en función del precio y nada más. Con el tiempo, los programas de Microsoft, los microprocesadores de Intel, los ordenadores de Dell y los routers de Cisco se convertirán en tostadoras".

Muy ingenioso y memorable, pero ¿cierto? La historia dice que no. Aunque las tostadoras no lleguen nunca a ser iconos de innovación postindustrial, basta una rápida ojeada a su constante reinvención para darse cuenta de que no tienen nada que ver con lo que se entiende por "producto de gran consumo" o indiferenciado. Es más, siguen siendo rentables y tuestan cada vez mejor el pan. La evolución técnica de las tostadoras se puede analizar como un caso de innovación rentable, no sólo de competencia de precios. No todo está abocado a convertirse en un bien de consumo.

La empresa inglesa Crompton & Company sacó al mercado una tostadora eléctrica allá por el año 1893. Sin embargo, el descubrimiento técnico que dio lugar a las tostadoras modernas fue la invención, en 1905, del nicromo, una aleación de níquel y cromo que pasó a utilizarse de forma generalizada para la producción de calor por infrarrojos. En 1909, el modelo D-12 de General Electric se convirtió en la primera tostadora comercial que tuvo éxito en Estados Unidos. Se vendía por tres dólares y sólo tostaba el pan por una cara. Como los enchufes de pared aún no estaban en uso, el cable estaba diseñado para ser atornillado en un enchufe de la luz.

Una década más ta...


Michael Schrage

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Research fellow en la Initiative on the Digital Economy de la MIT Sloan School of Management