El puente de la confianza
El sector opina


AE
Ana Escobar
Management & Innovation (Núm. 79) · Finanzas · Octubre 2025
Aunque sus intereses parecen distintos, hay una relación simbiótica entre emprendedores e inversores: se necesitan mutuamente para que un proyecto funcione y crezca.
Sus roles, prioridades y riesgos difieren, pero comparten un objetivo final: hacer que una idea prospere y genere valor. Y lo logran desde miradas complementarias: el emprendedor, desde la visión y la ejecución; el inversor, desde el análisis estratégico y el impulso financiero.
El puente que une ambas orillas es la confianza. Y confiar significa creer en la integridad, la capacidad y la intención del otro aun en la incertidumbre; es apostar a que el compromiso compartido sea más fuerte que los obstáculos del camino. Además, conviene tener en cuenta las siguientes cuestiones:
• Se construye con transparencia, mostrando tanto el brillo de las oportunidades como las sombras de los riesgos. El emprendedor necesita compartir el potencial del proyecto y sus vulnerabilidades: reconocer riesgos y limitaciones es un signo de madurez que genera credibilidad.
• Crece cuando hay coherencia, cuando las palabras encuentran respaldo en los hechos. El inversor busca consistencia entre lo que se dice y se hace: promesas realistas, cifras fundamentadas, un plan que evoluciona sin perder foco…
• Se fortalece con respeto mutuo, gracias a la disposición a escuchar, aprender y reconocer el valor que aporta la otra parte. El emprendedor confía cuando siente que su visión no se diluye en los números, y el inversor confía cuando ve apertura para considerar su experiencia y criterio.
La confianza no es un recurso que se compra ni un contrato que se firma, es una energía que se cultiva día a día. Cada avance, decisión y logro compartido añade un nuevo ladrillo a esa base invisible que sostiene la relación.
Emprendedores e inversores descubren entonces que son compañeros de viaje que miran la misma meta desde ángulos distintos. Y cuando la confianza se convierte en el verdadero capital compartido, la moneda deja de tener dos caras para transformarse en un mismo valor: la posibilidad real de crear futuro.
Ana Escobar
Coach y facilitadora en Escuela Europea de Coaching ·