Finanzas conductistas. ¿Son racionales los mercados?

Finanzas conductistas. ¿Son racionales los mercados? Finanzas conductistas. ¿Son racionales los mercados?

A menudo, a la hora de realizar un análisis financiero, tenemos en cuenta un sinfín de variables matemáticas, pero nos olvidamos de algo fundamental: que son las personas las que acaban tomando las decisiones. Y aquí entran en juego una serie de factores psicológicos que determinan las conductas humanas.

Una de las teorías clásicas de las finanzas es la teoría del mercado eficiente, según la cual, partiendo de la racionalidad de las personas, los mercados absorben inmediatamente todo tipo de información. De ese modo, el precio de las cosas tiende a equipararse con su valor. Sin embargo, hay algo que, al menos, es discutible en la teoría: ¿son las personas racionales?

Desde hace unos años, hay una serie de economistas que analizan las finanzas teniendo en cuenta las conductas humanas, creando un campo de estudio denominado “finanzas conductistas” (behavioral finance).

Es verdad que todos los grandes economistas han tenido presente la conducta humana a la hora de establecer sus teorías. Adam Smith incluyó en su obra The Theory of Moral Sentiments una descripción de la psicología humana, pero, a lo largo del siglo XX, las referencias a la psicología son residuales. Hay que esperar a los trabajos de Tversky y Kahneman (premio Nobel de Economía en el año 2002) para volver a juntar los comportamientos de las personas con las decisiones financieras. Estos autores escribieron en 1979 Prospect theory: an analysis of decision under risk, donde mostraban conductas anómalas a la hora de tomar decisiones racionales. En este trabajo muestran con experimentos empíricos cómo las personas tienen un sentimiento diferente a la hora de valorar las probabilidades de ganancias y las pérdidas. Supongamos que le ofrecen dos alternativas: la alternativa A consiste en ganar 100 con una probabilidad del 100%, mientras que, en la alternativa B, se puede ganar 120 con una probabilidad del 90% o no ganar nada con una probabilidad del 10%.

En las finanzas clásicas, se calcularía el valor esperado con las probabilidades, y se diría que la alternativa A tiene un valor de 100 x 100% = 100; mientras que, en la alternativa B, el valor sería 120 x 90% + 10 x 10% = 108. Por este motivo, y de manera racional, seleccionaríamos la alternativa B, ya que ofrece mayor valor esperado.

Sin embargo, Tversky y Kahneman nos hacen ver que la mayoría de las personas elegirían la alternativa A, dado que la aversión a la pérdida pesa más que el apetito por las ganancias: ese 10% de poder perder toda la ganancia no compensa el 90% de un mayor beneficio. La gente elegiría lo seguro: más vale pájaro en mano que ciento volando. Este razonamiento también vale con las pérdidas. Volvamos a nuestro experimento, pero, en esta ocasión, con pérdidas: la alternativa A ...


Pablo García Estévez

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Profesor del Departamento de Finanzas de CUNEF.

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