“La mayoría de la gente firma productos financieros que no entiende”
Punto de Vista: Antonio Romo Baragaño, fundador de Baragaño Capital
Punto de Vista
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Harvard Deusto
Business Review (Núm. 362) · Finanzas · Enero 2026
En un momento en que la inflación, la desconfianza en la banca y la falta de educación financiera marcan la agenda económica, surgen figuras que plantean modelos alternativos de asesoramiento. Antonio Romo, fundador de Baragaño Capital, profundiza sobre el estado del sector, los hábitos del pequeño inversor y los límites –y posibilidades– de salirse del circuito tradicional.
Procedes de un sector donde la mayoría de los actores siguen modelos bastante parecidos. ¿Qué te hizo crear tu propio proyecto?
Más que querer “crear algo”, lo que sentí fue que mucha gente estaba invirtiendo sin entender qué contrataba. La mayoría firma productos financieros que no entiende. La banca ha trasladado complejidad al cliente durante décadas, y al final eso genera confusión y dependencia. Después de trabajar en una importante multinacional, empecé asesorando a amigos y familiares, explicándoles conceptos básicos que, en teoría, sus entidades deberían haber aclarado. Ahí me di cuenta de que existía un vacío.
Uno de los puntos que más repites es la importancia de que el cliente comprenda el producto. ¿Tan inusual es?
Mucho más de lo que debería. Hay personas que han ahorrado durante años y que, aun así, no saben qué diferencia un fondo indexado de uno activo, o cómo les afecta una comisión del 1,5 %. El cliente medio no tiene por qué ser experto, pero sí debería saber qué firma y por qué. Lo que intento es convertir esa opacidad en algo más concreto. No hablo de convertir a nadie en analista financiero, sino de acompañar el proceso de decisión.
Por tanto, quisimos remodelar el negocio: si el cliente invertía a través de contratos de préstamo, en lugar de en la inversión per se, podíamos ofrecer una renta fija. Por eso nuestros clientes cobran un 10 % en doce meses, porque lo hacen a través de un préstamo y no participan de la operación.
Trabajas con productos que no forman parte del escaparate bancario habitual. ¿Por qué?
Porque el mercado financiero es mucho más grande que lo que se ve en un banco. Hay activos alternativos, estructuras diferentes, oportunidades que funcionan fuera de los canales tradicionales. Eso no significa que sean mejores por definición, solo que amplían el abanico. La banca suele ofrecer lo que controla o lo que le genera ingresos, y eso deja fuera muchas posibilidades. Por ejemplo, cuando en una estrategia con un cliente le ofrezco unos intereses fijos de dos dígitos, y un plazo de doce meses…, muchos se quedan perplejos.
¿Existe el riesgo de que la gente idealice lo “alternativo”? ¿O, al contrario, que piense que es peligroso por defecto?
Sucede lo primero y lo segundo. Algunas personas creen que lo alternativo equivale a ganar más rápido, y otras que es sinónimo de estafa. Ninguna de las dos cosas es verdad. La clave es entender estructura, liquidez, duración y riesgos reales. Más que “banca vs. alternativos”, yo lo veo como “productos adecuados vs. productos que no lo son para ese cliente”. Y eso varía caso por caso.
¿Cómo influye la falta de educación financiera en la toma de decisiones del pequeño inversor?
Muchísimo. Cuando no entiendes, delegas. Y cuando delegas sin criterio, te vuelves vulnerable. En España nos falta cultura financiera básica: saber qué es el interés compuesto, cómo funcionan los impuestos en las inversiones o qué costes son razonables. Es algo que también destacan otros profesionales del sector, porque es un problema estructural. La gente toma decisiones relevantes sobre su patrimonio sin herramientas para valorarlas.
¿Quién es hoy el cliente típico que se acerca a ti?
No existe un perfil único. Hay jóvenes que quieren empezar a invertir con poco dinero, familias que buscan organizarse mejor o ahorradores que llevan años con productos bancarios sin resultados. Lo que sí tienen en común es que están cansados de la sensación de “no entender” y buscan a alguien que les explique con claridad. No siempre buscan más rentabilidad; a menudo buscan control.
Una crítica recurrente al sector es que hay demasiada opacidad en costes y retrocesiones. ¿Estás de acuerdo?
Sí. Aunque la regulación ha mejorado, sigue habiendo estructuras donde el cliente no sabe qué parte de lo que paga va al producto y qué parte al distribuidor. Y esto no es un juicio moral: es la realidad del sector. Eso genera un conflicto de intereses que condiciona la oferta. Cuando tú no dependes de retrocesiones, trabajas de otra manera. Pero, insisto, no se trata de demonizar nada. Se trata de que el cliente pueda ver el mapa completo.
En algunas entrevistas de figuras conocidas del sector aparece un discurso sobre la saturación de productos y la necesidad de simplificar. ¿Coincides?
Sí. Creo que no necesitamos más productos, sino más claridad. El exceso de oferta hace que el inversor medio termine eligiendo sin criterio o guiado por el marketing. Simplificar no significa reducir opciones, sino entenderlas. Lo contrario genera frustración: personas que han invertido durante diez o quince años sin saber si lo que contrataron tenía sentido para ellas.
¿Cuál es la mayor dificultad de trabajar fuera de los canales tradicionales?
La percepción. Cuando no trabajas con bancos, algunos piensan que eso te convierte en menos seguro. Y cuando trabajas con productos alternativos, otros creen que es demasiado arriesgado. Hay que navegar ambas cosas. También exige más comunicación, más seguimiento y más pedagogía. No puedes limitarte a “colocar” un producto. Tienes que estar encima.
¿Cuáles serán los próximos pasos de Baragaño Capital?
Estamos tan seguros de lo que hacemos que hemos creado una segunda línea de negocio para dar soporte a otros asesores financieros que estén desengañados con la banca tradicional y sus productos enlatados.
Tenemos operaciones con trayectoria de años, soporte legal, digital… Todo creado por y para nosotros, que somos asesores. Y habíamos hecho un trabajo tan grande que pensamos que no deberíamos ser los únicos que trabajaran de esta manera. Así otros podrán procurar a sus clientes lo que nosotros llevamos años ofreciendo.
Para terminar, si tuvieras que dar un único consejo financiero general, ¿cuál sería?
Que nadie delegue completamente su dinero. Escuchar asesoramiento es valioso, pero firmar sin entender es peligroso. Y que recuerden que las finanzas personales no son una carrera de velocidad, sino de constancia y decisiones bien pensadas.



