Renacimiento, faros y tormentas: el desarrollo profesional en tiempos de incertidumbre

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Renacimiento, faros y tormentas: el desarrollo profesional en tiempos de incertidumbre Renacimiento, faros y tormentas: el desarrollo profesional en tiempos de incertidumbre
Business Review (Núm. 357) · Habilidades directivas

El Renacimiento, que se desarrolló entre los siglos XIV y XVII, marcó una etapa de profundas transformaciones. La capacidad de generar redes de colaboración, la polimatía y el desarrollo de habilidades multifacéticas se convirtieron en pilares fundamentales del progreso. Estas competencias, esenciales para los líderes y pensadores de la época, no solo transformaron su mundo, sino que sentaron las bases para habilidades que continúan siendo relevantes en el siglo XXI. Veamos cómo estas lecciones renacentistas pueden inspirar el desarrollo profesional moderno y ayudar a navegar mares en calma y tormentas intensas no previstas.

Durante el Renacimiento, la apertura al conocimiento y la interacción entre artistas, científicos y comerciantes impulsaron avances significativos. Las cortes y academias se convirtieron en centros de intercambio intelectual donde las ideas fluían, fomentando alianzas que transformaron tanto el pensamiento como la producción de conocimiento. Este enfoque colaborativo es un precursor directo del trabajo interdisciplinar y globalizado que caracteriza al mundo actual.

En este contexto de intercambio y colaboración, surgió el ideal renacentista del hombre universal, que promovía una visión integral del conocimiento. Figuras emblemáticas como Leonardo da Vinci –quien no solo fue un artista excepcional, sino también ingeniero, anatomista y científico– ejemplificaron este ideal, dominando múltiples disciplinas.

Esta polimatía demostró que la verdadera innovación surge de la intersección entre diferentes campos del saber, un principio que sigue inspirando a los profesionales modernos a diversificar sus habilidades y adoptar una mentalidad de aprendizaje continuo.

La transformación social y cultural del Renacimiento no solo fomentó la polimatía, sino que también exigió una mentalidad flexible y abierta al cambio. Los avances científicos, las transformaciones políticas y la evolución económica obligaron a las personas a reinventarse constantemente. De manera análoga, en el mundo contemporáneo, las habilidades multifacéticas permiten a los profesionales adaptarse a entornos laborales dinámicos y contribuir al cambio estructural en sus organizaciones.

Estas lecciones del Renacimiento encuentran eco en las competencias clave identificadas por el Foro Económico Mundial para el futuro del trabajo. Según el Future of Jobs Report 20251, se prevé que el 39% de las habilidades clave requeridas en el mercado laboral cambien de aquí a 2030. Esta variación significativa resalta la importancia de ciertas competencias que tienen sus raíces en el espíritu renacentista:

1. Pensamiento analítico e innovación. Al igual que los humanistas renacentistas utilizaron el pensamiento crítico para impulsar avances científicos y artísticos, hoy esta competencia es crucial para resolver problemas complejos e impulsar la creatividad en un mundo cada vez más tecnológico.

2. Aprendizaje activo y continuo. Los grandes pensadores renacentistas fueron autodidactas y promotores de la educación continua. En la actualidad, con la rápida evolución tecnológica, la capacidad de aprender constantemente se ha vuelto indispensable, con un énfasis particular en habilidades tecnológicas relacionadas con la IA, los datos, las redes y la ciberseguridad.

3. Creatividad e iniciativa. La originalidad, un valor central durante el Renacimiento, sigue siendo clave para la innovación. El pensamiento creativo se destaca como una de las habilidades cuya demanda más aumentará en los próximos años.

4. Resiliencia, flexibilidad y agilidad. Los cambios políticos y culturales del Renacimiento exigieron una constante capacidad de adaptación. Hoy, estas competencias son fundamentales para navegar entornos profesionales en constante transformación, especialmente ante los desafíos económicos y tecnológicos actuales.

5. Liderazgo e influencia social. Los mecenas renacentistas entendieron el poder del liderazgo transformador. Actualmente, el liderazgo y la influencia social se mantienen entre las habilidades más demandadas para gestionar equipos e influir positivamente en la sociedad.

Además de estas competencias, el informe del Foro Económico Mundial destaca la creciente importancia de habilidades como la gestión del talento y la gestión ambiental.

Aunque no directamente asociadas con el Renacimiento, estas competencias reflejan la necesidad actual de líderes multifacéticos capaces de navegar un mundo complejo y en constante cambio, muy similar al espíritu de adaptabilidad y amplitud de conocimientos que caracterizó la polimatía renacentista.

La transformación del mercado laboral subraya la importancia de adoptar un enfoque de aprendizaje continuo y desarrollo de habilidades diversas, reminiscencia del ideal renacentista del hombre universal.

Inspirados en estos principios del Renacimiento y su relevancia contemporánea, proponemos un modelo de desarrollo profesional (ver el cuadro 1) que integra cuatro elementos fundamentales. Este enfoque busca construir una carrera sólida y sostenible, apoyándose en unos cimientos robustos y tres pilares esenciales.

 

Renacimiento, faros y tormentas: el desarrollo profesional en tiempos de incertidumbre

 

Este modelo renacentista de desarrollo profesional fomenta la creatividad, la resiliencia y la polivalencia, cualidades esenciales para afrontar los desafíos del siglo XXI. Al combinar la amplitud de conocimientos con la profundidad en áreas específicas, los profesionales pueden desarrollar perfiles de tipo renacentista, altamente valorados en el mercado laboral actual, capaces de innovar, liderar y adaptarse en un mundo en constante evolución.

 

Propósito: enciende tu faro

El primer requisito para construir una carrera profesional exitosa es dotarla de unos cimientos, que en este caso es el propósito –nuestro faro–. Pero ¿cómo identificar nuestros propósitos vitales? ¿Y cómo enlazarlos con nuestros propósitos personales? Definir un propósito profesional sólido implica un proceso de introspección y alineación entre nuestros valores, pasiones y metas a largo plazo. Este propósito actúa como una brújula, guiando la toma de decisiones estratégicas y dotando de sentido a nuestro desarrollo profesional.

Dejar que nuestro faro aflore es el aspecto más importante en nuestra carrera profesional y, en general, en la vida. Ese faro, entendiéndolo como la luz que ilumina nuestra andadura profesional, es la clave que permite que todo se transforme. Para desarrollar una carrera auténtica, alineada con nuestro yo verdadero, y a través de la cual tengamos la capacidad de impactar en el mundo, necesitamos activarlo.

Por ello, antes de hablar de cualquiera de los tres pilares del modelo, esta es la primera pregunta que debemos hacernos: ¿qué me mueve realmente? Esto es lo que algunos autores han denominado como nuestra “estrella polar”, aquello que tiene tanta importancia para nosotros que esencialmente guía nuestro destino. ¿Dirías que sabes cuál es la tuya, aquello que sientes tan fuertemente que de forma inevitable te guía a tu siguiente paso?

Se trata de preguntas de un calado enorme, y precisamente por ello es muy importante dedicar tiempo a contestarlas con la honestidad y profundidad que se merecen. Debes desgranar aquello que habla de tus valores y tus anhelos, aquello que tiene que ver con tu propósito verdadero, para descubrir quién eres realmente y utilizarlo como base de tus decisiones más importantes.

 

Polimatía y aprendizaje continuo

En un mundo BANI (brittle, anxious, non-linear e incomprehensible), donde todo cambia a gran velocidad y se requiere una visión lo más amplia posible de las cosas, hemos hablado de cuáles son las competencias clave para desarrollar un perfil profesional de éxito. Entendemos éxito como la capacidad de influir positivamente en los demás, ser fiel a uno/a mismo/a y liderar con espíritu (real) de servicio.

Habilidades tan importantes como el pensamiento crítico, la creatividad o la resiliencia son esenciales para hacer aflorar nuestro propósito y navegar las aguas complejas con las que nos encontramos hoy. Y es que el propósito –esa palabra tan grande– no es algo que aparece sin más, como por arte de magia, sino que, por el contrario, normalmente se descubre tras afrontar diferentes experiencias una y otra vez, en un proceso de ensayo y error.

Este enfoque tiene mucho que ver con ese perfil renacentista del que hemos hablado, enfocado en diversificar habilidades y adoptar una mentalidad de aprendizaje continuo. Como afirma la conferenciante americana Terri Trespicio2 en un conocido TED Talk, no descubrimos nuestro propósito pensando, sino probando cosas, involucrándonos en diferentes actividades y viendo cuáles de ellas resuenan más.

Por tanto, la polimatía y el firme compromiso con el aprendizaje continuo son claves esenciales para que nuestro faro se encienda. Pero ¿cómo desarrollar ambos? Nos gustaría destacar dos aspectos clave: por un lado, la curiosidad, y por el otro, la flexibilidad y capacidad de adaptación.

En una conversación reciente con un cazatalentos, comentaba precisamente esto: según el último informe de AESC3, el de mayor relevancia sobre búsqueda de ejecutivos, las dos habilidades clave del liderazgo, y muy especialmente del liderazgo de alta dirección, deben ser la agilidad y la innovación, que también son destacadas por el informe más reciente del Foro Económico Mundial citado anteriormente. Y si reflexionamos más profundamente sobre ello, ¿cuáles son los principales elementos que condicionan a ambas habilidades?

 

1. Curiosidad

La principal palanca para desarrollar un perfil polimático es asegurarnos de afrontar nuestra carrera profesional con la bandera de la curiosidad, con esa disposición de ver las cosas con ojos de principiante, ya que esa es la base del aprendizaje continuo.

En un mundo profesional donde todo cambia constantemente, que requiere líderes ágiles y adaptables, aprender (y desaprender) constantemente es el ingrediente indispensable para que todo funcione y aporte valor estratégico.

Ese querer saber más es la llama que enciende nuestro motor estratégico y la clave para que nuestros equipos –y la compañía a la que servimos– mantengan su ventaja competitiva. Así que, si quieres apostar por una habilidad clave que te permita transitar el camino laberíntico de nuestra carrera profesional, céntrate ahí. Cultiva una mente abierta (no hay mente ágil que no sea abierta) y mira siempre con ojos de aprendiz.

Solo así podrás desbloquear la creatividad y generar nuevas soluciones. Y, como indica el abogado sudafricano Jared Lesar en su exitoso pódcast Breaking Out with Jared Lesar, es la curiosidad la que nos impulsa a hacer preguntas y a explorar diferentes caminos, lo cual eventualmente nos lleva a encontrarnos con la carrera que realmente amamos4.

 

2. Flexibilidad y capacidad de adaptación

Explica la consultora Isabel Iglesias, que es una de las LinkedIn Top Voices, que hoy por hoy no solo es posible cambiar de carrera, sino que es lo más normal. Lo que se entendía como carrera profesional lineal es un mito. Por el contrario, lo que tenemos ahora son carreras profesionales líquidas, que van mutando, transformándose. Como ella misma indica, las carreras profesionales han pasado a ser auténticas yincanas, algo con lo que tenemos que aprender a convivir.

En realidad, son excelentes noticias, porque nos da la capacidad de reinventarnos continuamente. De hecho, no solamente eso: nos permite retomar el control sobre nuestros destinos.

Un claro resultado de ello es la proliferación de maneras más flexibles de trabajar. La expansión de la llamada economía gig, por ejemplo, es muestra de ello. Lo que el mercado demanda actualmente de los profesionales es lo mismo que ellos, a su vez, demandan de vuelta: versatilidad y agilidad, la posibilidad de desarrollar alternativas flexibles que nos permitan adaptarnos a esos cambios constantes.

Ya no vivimos en un mundo local, y como profundizaremos más adelante, aspectos como la trascendencia geopolítica son ahora mismo un factor más a tener en cuenta en nuestro devenir profesional. Los eventos globales que suceden en el mundo se tendrán cada vez más en cuenta en nuestra toma de decisiones y en la definición de éxito profesional.

 

Redes de colaboración

Otra de las bases fundamentales para afrontar lo que hemos denominado una carrera profesional líquida, no lineal, es decir, una que va transformándose continuamente, es lo que se conoce como mentoría.

En una conferencia reciente sobre gestión de carrera profesional, una de las ponentes, directiva de alta dirección y con gran recorrido, comentó que las dos claves principales para desarrollar una carrera profesional de éxito eran estas: 1) la visión –lo que aquí hemos denominado propósito– y 2) la mentoría. Cuánta razón. Desde nuestra experiencia acompañando a cientos de profesionales y futuros líderes, ambas son palancas muy necesarias para el éxito en los negocios y en la vida.

Respecto a la mentoría, hay que tener en cuenta que, en una economía de red, nuestras carreras profesionales también deben serlo. Daniel Goleman5, en su reconocido trabajo sobre la inteligencia emocional, piedra angular en el desarrollo de nuestras carreras, profundiza también en la importancia de contar con el soporte de personas a las que admiras y en quienes confías, y que están ahí para aportar desde el grado que da la experiencia. Y, sobre todo, para ayudarte a que las ramas no tapen el bosque.

Contar con estas figuras de apoyo es fundamental para disponer de una guía firme en la toma de decisiones importantes, vital para no perderse en el camino. Pero ¿sabes cuál es el mayor impacto de un mentor? Como apunta Goleman, lo más relevante es que resulta clave para ayudarte a desarrollar la autoconsciencia, la autogestión y la conciencia social, aspectos cruciales para el avance en tu carrera profesional.

¿Cómo detectar a esas personas clave? Lo primero, saber desarrollar relaciones profundas. Esto es lo que Herminia Ibarra, profesora de la London Business School y experta en liderazgo, denomina networking estratégico. Como ella misma indica, el networking bajo este prisma no va tanto de coleccionar contactos y asistir a eventos como de construir relaciones con intención y calidad. Ambos conceptos, que tienen que ver con habilidades tan humanas como la escucha activa, la empatía y la paciencia, serán muy difíciles de replicar por la IA, por lo que mantendrán la necesidad de las interacciones humanas.

Por ello, centrarnos en aprender a construir y mantener este tipo de relaciones será clave para desarrollar una carrera profesional con impacto, y contar con las herramientas necesarias para navegar las tempestades del mundo actual, sabiendo aprovechar el impulso de cada etapa. En un mundo donde la fuerza de la IA avanza con rapidez, lo que nos hará diferentes serán precisamente esas habilidades que nos distinguen como humanos. Y es que, como afirma Sonia Pardo Fernández, periodista y socia de Somos 21, “la gran revolución que viene no es tecnológica; es humana”.

 

Visión estratégica y adaptabilidad

Hablemos también de la importancia del contexto. Porque en un mundo donde todo cambia vertiginosamente y todo está interconectado, liderar nuestras carreras profesionales tendrá que ver cada vez más con el continente y no solo con el contenido.

La agilidad profesional en el siglo XXI exige una visión que va más allá de nuestras competencias individuales. Los cambios geopolíticos, las innovaciones tecnológicas y los cambios sociales (continente) se han convertido en una variable clave de nuestro desarrollo profesional. Ya no basta con ser un profesional competente (contenido); hoy es vital integrar la visión estratégica de lo que sucede en el mundo.

Por ello, uno de los mayores retos para el profesional y las organizaciones actuales es navegar con determinación y efectividad el contexto geopolítico más convulso y volátil en décadas. Vivimos una tesitura excepcional, inédita desde 1945, condicionada por una creciente incertidumbre en el orden internacional, el comercio global y una disrupción tecnológica sin precedentes.

La incertidumbre, sin embargo, nunca puede ser paralizante: uno de los imperativos de toda carrera es atravesar la niebla que nos rodea en tiempos inciertos. Interpretar el entorno, identificar las grandes tendencias, discernir y anticiparse a escenarios alternativos de futuro es indispensable e inaplazable.

Nicolás Maquiavelo, político, escritor y filósofo del Renacimiento italiano, en el capítulo XXV de El príncipe (1532) observa: “El príncipe que confía en su fortuna está perdido cuando esta cambia. Pienso que quien tendrá éxito será quien dirija sus acciones de acuerdo con el espíritu de los tiempos”.

Para Maquiavelo, el “espíritu de los tiempos” es el contexto político, económico, social e intelectual de la época en la que se vive, siempre cambiante y a menudo incomprensible. Interpretar el gran contexto (big picture) es condición necesaria para transitar con efectividad las inseguridades de un mundo en transformación. Como lector de autores clásicos de la Antigüedad, Maquiavelo comprendió el valor de evitar el caos, de esquivar y gestionar la incertidumbre como medio para mitigarla o aprovecharla. De la reflexión atemporal del filósofo florentino, podemos extraer tres ideas clave para navegar con mayor efectividad en tiempos inciertos.

En primer lugar, Maquiavelo nos invita a desarrollar e incorporar un hábito de reflexión hacia el entorno como competencia esencial del liderazgo. Y llevarlo a cabo con regularidad y rigor. Si ello era una necesidad en la Italia renacentista, cuánto más lo será en un mundo en constante cambio geopolítico, económico y tecnológico.

En segundo lugar, nos propone abandonar la actitud defensiva o fatalista hacia un entorno imprevisible e incierto. Cualquier evolución no es necesariamente hostil, no tiene por qué debilitarnos o hacernos más vulnerables. Por ello, es esencial un enfoque proactivo para aprovechar cualquier transformación o incertidumbre que pueda dar lugar a un nuevo abanico de escenarios, opciones o posibilidades para la carrera, así que la incertidumbre puede ser fuente y palanca para la mejora.

Y, en tercer lugar, y como consecuencia de las dos ideas anteriores, Maquiavelo alude a la determinación de tomar decisiones en base al análisis del entorno. Es decir, la reflexión, el conocimiento y el entendimiento deben trascender la mera esfera intelectual para convertirse en acción concreta. Por ello, la valentía y el compromiso con la toma de decisiones en base a nuestro propósito son claves: solo entonces el liderazgo tiene la capacidad de imponerse a un entorno incierto.

Cinco siglos después de Maquiavelo, seguimos aspirando a generar certidumbre en nuestras vidas y organizaciones mientras transitamos un entorno marcado por la complejidad y la incertidumbre. Y aunque haya notables similitudes entre la Florencia renacentista y la actualidad (en términos de riesgo y volatilidad política y económica), no es menos cierto que existen también factores diferenciales. Entre ellos, cabe destacar al menos dos.

1. Complejidad e interdependencia. Siendo la globalización un proceso de interconectividad que se inició en el siglo XV, hoy vivimos en un mundo cuyo nivel de complejidad e interdependencia no tiene precedentes. Estamos conectados por flujos regionales y globales de bienes, servicios, capital, ideas y datos. Esta interdependencia implica que ningún Estado, organización o persona es autosuficiente; todos tienen (tenemos) cierto grado de exposición y riesgo, pero también de oportunidades de mejora.

2. Desarrollo tecnológico exponencial. Tres datos permiten hacerse una idea de la aceleración. El primero es que entre el primer vuelo en aeroplano de la humanidad (1903) y el primer alunizaje en una misión tripulada (1969) apenas trascurrieron seis décadas. El segundo es que desde 2015 hay en el mundo más dispositivos móviles que seres humanos. Y el tercero es que el objeto más fabricado en la historia de la humanidad es el microtransistor (componente básico de la industria electrónica): entre 1960 y 2018 se han fabricado 13 sextillones, la mayoría de ellos no discernibles por el ojo humano a simple vista.

En 2018, cuando todavía era primer ministro canadiense, Justin Trudeau resumió la aceleración tecnológica que nos rodea con particular nitidez: “el ritmo del cambio nunca ha sido tan rápido y, sin embargo, nunca volverá a ser tan lento”. Hoy, la AI representa un reto y una oportunidad como la humanidad no había conocido. Según Daron Acemoglu, catedrático del MIT y premio nobel de economía de 2024, “el impacto de la inteligencia artificial será una mezcla de la imprenta, la máquina de vapor y la bomba atómica”6.

Interdependencia y exponencialidad tecnológica son, por tanto, dinámicas contemporáneas e iné-ditas que nos dan pistas importantes sobre cómo articular esquemas de pensamiento que nos ayuden a descifrar nuestro entorno. En este sentido, es preciso prestar más atención a las tendencias (lo que importa a medio y largo plazo) que a los eventos concretos, las breaking news (lo que impacta a corto, lo noticiable), y también hay que desarrollar mapas mentales para “unir puntos”, esto es, detectar cómo distintas tendencias (geopolíticas, económicas, tecnológicas) se influyen, condicionan o retroalimentan. Hoy no solo está todo conectado, sino que lo está de modo virtualmente inmediato.

Como en las antiguas tragedias griegas, un universo ordenado, es decir, lo contrario a caótico o incierto, constituye una virtud en sí mismo. Aunque esta aspiración sea difícilmente alcanzable en el mundo real, le corresponde al líder contribuir a hacer de la incertidumbre un estímulo e incentivo para generar oportunidades y mejoras.

 

Referencias
1. Foro Económico Mundial (2025). Future of Jobs Report 2025.
2. Trespicio, T. (14 de septiembre de 2015). Stop searching for your passion. YouTube.com
3. González, C. (28 de marzo de 2025). “Landing de C-Suite: Tips from a Headhunter”. En Career Beats. Spotify.
4. Lesar, J. (27 de febrero de 2021). “Introduction to Breaking Out”. En Breaking Out with Jared Lesar. Spotify.
5. Goleman, D. (1995). Emotional intelligence: Why it can matter more than IQ. Bantam Books.
6. Suárez, G. (16 de octubre de 2023). “Daron Acemoglu: ‘El impacto de la inteligencia artificial ser· una mezcla de la imprenta, la máquina de vapor y la bomba atómica’”. El Mundo.

Carmen González

Directora asociada de Esade Careers en Esade Business & Law School ·

Roque Adrada

Director asociado de Esade Careers en Esade Business & Law School ·

Jordi Molina

Senior lecturer de Geopolítica y Geoeconomía en Esade Law School ·