Crecer mucho, crecer deprisa: la ambición del ‘growth hacking’

Crecer mucho, crecer deprisa: la ambición del ‘growth hacking’ Crecer mucho, crecer deprisa: la ambición del ‘growth hacking’

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Fernando Botella

Business Review (Núm. 329) · Ventas

Conseguir el mayor número de clientes, ventas y usuarios -es decir, el mayor crecimiento- en el menor tiempo y con la menor cantidad posible de recursos es el simple objetivo (en su formulación, que no en su materialización) que está detrás de uno de los modelos empresariales más exitosos de los últimos años, el ‘growth hacking’. Un planteamiento muy de sentido común que, literalmente, ha cambiado la forma en la que compañías de todos los tamaños y sectores de actividad hacen sus negocios.

El growth hacking, o “piratería del crecimiento”, es un fenómeno relativamente reciente, nacido en el entorno de las startups norteamericanas de Silicon Valley. Originariamente fue acuñado por Sean Ellis, un emprendedor y business angel que, en un post del año 2010, lanzaba a la comunidad emprendedora una audaz propuesta para reducir los tiempos –nunca lo suficientemente cortos– que median entre el nacimiento de una empresa y el momento en que es capaz de generar ingresos por sí misma, ese llamado “valle de la muerte” empresarial que se lleva por delante a nueve de cada diez compañías de nueva creación antes de llegar a cumplir su primer año de vida.

Lo que Ellis planteaba era “hackear” –de ahí el nombre– ese proceso de maduración natural, tomando una serie de atajos que pusieran el foco en lo único que a esas alturas de la vida de una empresa es realmente vital: el crecimiento. Para ello, proponía sacar de la ecuación las caras y aparatosas técnicas del marketing tradicional, esas macrocampañas que requieren fuertes inversiones para conseguir un retorno moderado o incluso exiguo, y sustituirlas por acciones de bajo coste, casi de guerrilla, pero con altos índices de visibilidad y efectividad. Nacía así la figura del growth hacker, una persona cuyo foco se situaba en una única misión: lograr un crecimiento rápido, escalable y medible para la empresa.

Un tiempo más tarde, el término fue recogido y ampliado por otro autor, Andrew Chen, quien, en un post de su blog, terminó de dar forma a la figura del growth hacker, definiéndolo como un nuevo perfil profesional a caballo entre el marketing y la programación; una posición que empieza a abrirse paso en los organigramas de todo tipo de compañías. Chen exponía que esta nueva profesión, ante la clásica pregunta marketiniana, “¿cómo consigo clientes para mi producto?”, adopta una posición creativa, pero sustentada en una base muy práctica y analítica, alumbrada durante interminables horas realizando tareas de programación en un ordenador. Y es que los hallazgos del growth hacker están sustentados en hojas Excel, pruebas A/B de analítica web y marketing digital, landing pages, índices de viralidad y un sinfín de métricas. Todo, con un objetivo que recuerda al lema del olimpismo: aquel “más alto”, “más fuerte” y, sobre todo, “más rápido”.

 

Disrumpir el ‘marketing’ tradicional ...


Fernando Botella

CEO de Think&Action ·