Las empresas con buena reputación no solo generan valor económico: son actores que inspiran confianza, reducen incertidumbre y aportan cohesión en sociedades cada vez más fragmentadas. Este artículo analiza cómo la reputación corporativa se ha convertido en el activo central del siglo XXI y ofrece un mapa de acción con claves prácticas para proyectarla en el tiempo.
El liderazgo reputacional como estrategia de excelencia empresarial
Business Review (Núm. 362) · Márketing · Enero 2026
Hasta hace unos años, el éxito empresarial se medía principalmente por indicadores financieros: crecimiento de ingresos, rentabilidad y participación de mercado. Sin embargo, en la última década hemos asistido a un desplazamiento del foco hacia los activos intangibles. La reputación, entendida como el sentimiento de admiración, respeto, confianza y buena estima que generan las empresas en la sociedad, ha pasado de ser un “extra” a convertirse en la auténtica moneda, o llave maestra, que otorga legitimidad y licencia social para operar.
Esta transformación responde a un cambio cultural profundo: los ciudadanos ya no evalúan a las compañías solo por lo que venden, sino por cómo actúan, a qué causas o compromisos se asocian, cómo tratan a las personas y qué impacto generan en su entorno. En un mundo hiperconectado, donde la información fluye con inmediatez y las incoherencias se visibilizan al instante, la reputación corporativa es un termómetro continuo de confianza en la empresa.
Las firmas con buena reputación tienen algo que las distingue: con-siguen que sus grupos de interés –empleados, clientes, comunidades, instituciones y sociedad en general– vean en ellas no solo un proveedor de productos o servicios, sino un actor responsable, predecible y valioso para el bien común, que acompaña en el día a día.
De la economía tangible a la intangible
La llamada “economía de los intangibles” no es un concepto de moda, sino un hecho empírico: más del 50 % del valor de mercado de muchas grandes compañías reside en activos intangibles, y en sectores como la tecnología o la salud este porcentaje puede llegar a alcanzar el 90 %. La reputación es el paraguas que concentra la confianza y se bifurca o ramifica en activos como el propósito corporativo, la marca corporativa, la comunicación o la sostenibilidad; activos que año tras año configuran el mapa de prioridades estratégicas en la agenda empresarial.
En este contexto, la competitividad ya no se mide solo por los procesos de eficiencia o su capacidad productiva, sino por la fortaleza y coherencia del liderazgo reputacional de la compañía. Dicho de otro modo: el futuro pertenece a aquellas organizaciones que logren inspirar confianza de manera constante, que ofrezcan coherencia entre lo que dicen y lo que hacen, incluso en escenarios de incertidumbre.
El nuevo contrato social de ...
Clara Fontán
Directora de Operaciones e Inteligencia en Corporate Excellence – Centre for Reputation Leadership ·
Sara Nieto
Intelligence & Knowledge Senior Manager en Corporate Excellence – Centre for Reputation Leadership ·


