Una estructura sana de formas de trabajo, o quizá, mejor dicho, de procesos y rituales, es el fundamento sobre el que construir las mejoras de utilización más eficaz del tiempo. En este artículo te explicamos cinco pasos imprescindibles para mejorar la gestión eficiente del tiempo en compañías.
¿Nunca el tiempo es perdido?


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Alberto Díaz García
Management & Innovation (Núm. 76) · Habilidades directivas · Junio 2025
Durante la pandemia por Covid-19, la mayoría de las empresas sufrieron un proceso de transformación digital con esteroides. Una renovada ola de herramientas tecnológicas, bienvenidas todas, inundaron la vida corporativa, olvidando por momentos que las herramientas, más que un fin en sí, son un medio. Un medio para mejorar la productividad y, por lo tanto, el uso eficiente y eficaz del tiempo. Las videoconferencias, los chats y, en ocasiones, los Kanban fueron héroes de este relato.
Sin embargo, los estudios más sólidos encontrados hasta ahora no reflejan una foto tan feliz. De hecho, la productividad no exhibe mejoras sustanciales cuando no decae1. Al margen de la dificultad propia de medir la productividad de los empleados, si esta la establecemos como una relación entre tiempo invertido y output, la lectura es que, para entregar el mismo output laboral, se ha necesitado hasta un 18% más de horas. Y lo que ha marcado la diferencia no ha sido la herramienta, sino circunstancias como la veteranía de la persona en la empresa o el número de hijos en el hogar. El trabajo de campo nos indica, además, que actividades más innovadoras o creativas no parecen haber salido ganadoras en el entorno excesivamente sesgado del teletrabajo. En otros entornos, como call centers o reuniones tradicionalmente ineficientes, las herramientas de productividad o habilitadoras del trabajo en remoto sí han entregado optimizaciones manifiestas.
Así que parece que el uso eficaz del tiempo cuenta con las herramientas tecnológicas como una condición necesaria, pero no suficiente, al resultar las formas de trabajo –o, en general, la organización– un factor mucho más determinante.
El papel de la cultura organizativa
Mirando hacia atrás, ya en los años noventa se pudo comprobar que, en las grandes empresas, solo las que acompasaron la integración de la tecnología (en aquel entonces, básicamente, los ERP) con una adaptación organizacional consiguieron generar valor en los siguientes diez años2. Quizá una manera más intuitiva de percibirlo es a través de metodologías de trabajo como Agile, que visualiza de manera clara cómo las formas de trabajo, acompañadas de herramientas, sí son generadoras de productividad a través de un uso eficiente de recursos, en especial, del tiempo.
Una estructura sana de formas de trabajo, o quizá, mejor dicho, de procesos y rituales, es el fundamento sobre el que construi...
Alberto Díaz García
Profesor y cofundador de ISDI, así como socio de MigrationNext y TheBachmind ·
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