En el mundo del management profesional, uno de los mayores desafíos para cualquier líder o responsable de equipo es lograr que cada persona alcance su máximo potencial. Pero la productividad, la motivación y la eficiencia no son elementos que puedan imponerse desde fuera, sino que deben activarse desde el interior. Para ello, es imprescindible comprender tres elementos fundamentales: las fortalezas individuales, los estímulos motivadores y los estilos de aprendizaje.
Los tres pilares para potenciar el rendimiento de tu equipo
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Harvard Deusto
Business Review (Núm. 357) · Habilidades directivas · Agosto 2025
En este artículo te explicamos en profundidad los tres pilares del rendimiento óptimo y cómo aplicarlos en la gestión de equipos para mejorar el desempeño, aumentar la satisfacción laboral y lograr una cultura organizacional más eficiente, humana y orientada al crecimiento.
¿Por qué es importante personalizar la gestión del rendimiento?
Cada miembro del equipo es único. Las capacidades, las motivaciones y la forma de aprender de cada persona difieren notablemente, y es por eso que no existen fórmulas universales para potenciar el rendimiento. El management moderno debe adoptar un enfoque personalizado, que permita entender a cada profesional desde su propia realidad y proporcionarle los recursos adecuados para crecer.
Aplicar un enfoque que combine el desarrollo de fortalezas, la activación de estímulos internos y la promoción del aprendizaje no solo mejora el desempeño individual, sino que también aumenta la cohesión del equipo, reduce la rotación del talento y fortalece el liderazgo dentro de la organización.
Veamos en detalle los tres pilares que deben guiar cualquier estrategia de optimización del rendimiento.
Pilar 1: Las fortalezas. Desarrollar lo que ya funciona
El primer paso para mejorar el rendimiento de cualquier profesional es identificar y potenciar sus fortalezas. Muchas organizaciones se enfocan únicamente en corregir debilidades, sin darse cuenta de que invertir en lo que una persona ya hace bien puede tener un impacto mucho mayor en su productividad y motivación.
¿Cómo identificar fortalezas en tu equipo?
- A través de evaluaciones de desempeño regulares y cualitativas.
- Observando en qué tareas o roles una persona muestra entusiasmo y excelencia.
- Usando herramientas de feedback 360º o encuestas internas.
- Analizando resultados individuales en diferentes contextos.
Una vez identificadas las fortalezas, es fundamental crear un plan de desarrollo individualizado que permita perfeccionarlas. Esto puede implicar formación especializada, asignación de proyectos específicos o simplemente ofrecer más espacio para que la persona utilice esas capacidades con autonomía.
Reorganiza en función del talento
Una vez que tus colaboradores hayan avanzado en el desarrollo de sus puntos fuertes, será necesario redistribuir las cargas de trabajo, delegando tareas que se alineen mejor con sus nuevas capacidades. Esta redistribución no solo optimiza los recursos del equipo, sino que también refuerza el sentido de reconocimiento y valor individual.
Reconoce y celebra los logros
Cada avance o logro debe ir acompañado de un reconocimiento explícito. Felicitar a un colaborador por haber desarrollado una competencia o haber conseguido un resultado excelente refuerza la motivación y deja claro que el esfuerzo personal tiene un impacto tangible.
Pilar 2: Los estímulos. Comprender qué motiva a cada persona
El segundo pilar del rendimiento óptimo es identificar y activar los estímulos adecuados para cada profesional. Las personas no se mueven por los mismos motores internos: lo que inspira a unos puede generar rechazo o apatía en otros.
Tipos de estímulos motivacionales
- Retos constantes: Algunos perfiles necesitan desafíos ambiciosos y entornos competitivos para mantenerse motivados.
- Objetivos graduales: Otros prefieren metas progresivas y un entorno estructurado donde puedan crecer paso a paso.
- Reconocimiento social: Hay quienes se sienten especialmente valorados cuando reciben reconocimiento público o apoyo del equipo.
- Autonomía: Muchas personas rinden mejor cuando tienen libertad para decidir cómo gestionar su tiempo y su trabajo.
- Propósito: Los profesionales con orientación humanista o social tienden a comprometerse más si comprenden el impacto de su trabajo.
¿Cómo descubrir los estímulos adecuados?
- Realiza entrevistas individuales con preguntas abiertas.
- Observa los comportamientos frente a distintos tipos de tareas.
- Aplica cuestionarios motivacionales estandarizados.
- Fomenta la retroalimentación continua.
Cuando logras alinear los estímulos internos de una persona con los objetivos del equipo, no solo aumentas su rendimiento, sino que también disminuyes el riesgo de agotamiento, rotación o desmotivación crónica.
Pilar 3: Los estilos de aprendizaje. Adaptar la forma de transmitir para mejorar la comprensión
El tercer elemento clave para potenciar el rendimiento es conocer cómo aprende cada miembro del equipo. El aprendizaje no es un proceso uniforme: las personas difieren en la forma en la que procesan la información, interiorizan experiencias y generan conocimiento aplicable.
Los tres estilos de aprendizaje principales
- Analíticos. Son personas que necesitan entender las partes antes de abordar el todo. Les motiva descomponer tareas en pasos y comprender la lógica detrás de los procesos. Responden bien a estructuras claras, instrucciones precisas y marcos teóricos.
- Pragmáticos o ejecutores. Estos profesionales aprenden haciendo. Necesitan experimentar, probar, equivocarse y volverlo a intentar. Aunque su curva de aprendizaje puede ser más lenta, su retención y aplicación práctica suele ser muy sólida. Necesitan espacio y tolerancia para el error.
- Observadores o reflexivos. Requieren ver el panorama completo para entender cómo encaja su tarea en el conjunto. Les resulta útil observar cómo lo hacen otros antes de pasar a la acción. Prosperan en entornos colaborativos donde puedan reflexionar después de la experiencia
¿Cómo adaptar el liderazgo al estilo de aprendizaje?
- Personaliza la formación y las instrucciones.
- Combina recursos visuales, escritos y prácticos.
- Fomenta el mentoring o las dinámicas de aprendizaje entre pares.
- Ajusta las expectativas de tiempo según el estilo.
Un líder que comprende cómo aprende cada miembro de su equipo puede acelerar los procesos de onboarding, mejora continua y gestión del cambio de forma mucho más eficiente.
Conclusión: rendimiento sostenido a través de una gestión personalizada
Gestionar equipos de alto rendimiento no se trata únicamente de establecer metas y supervisar resultados. Se trata de conectar con las personas de forma profunda, individualizada y estratégica. Los tres pilares del rendimiento óptimo –fortalezas, estímulos y estilos de aprendizaje– ofrecen una base sólida sobre la que construir una cultura de mejora continua, compromiso y excelencia.
Implementar estos principios implica observar, escuchar, experimentar y ajustar. Requiere tiempo y sensibilidad, pero los resultados son transformadores: profesionales más motivados, líderes más conscientes y organizaciones más competitivas.
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TP